Dicen que los colores es la manera en que la naturaleza sonríe...Y, por lo visto, la naturaleza tiene docenas de tonalidades para sonreír en las diferentes playas alrededor del planeta.
Lo cierto es que el color de la arena varía porque está conformada por rocas.
Estas, con el tiempo, han sido trituradas por distintos elementos como el agua, el viento e, incluso, los mismos pasos del ser humano. Estas rocas provienen de acantilados cerca de las costas, que con la erosión, se depositan en las playas junto con otros sedimentos gracias al eterno movimiento del mar.
La composición de la arena depende, por lo tanto, de las condiciones geológicas de los alrededores y de los minerales locales que conforman las rocas.
El tipo de arena más común se conoce como sílice.
Sin embargo, no todo en la composición de la arena se basa exclusivamente en rocas y minerales. También la vida marina aporta su cuota.
La arena blanca, también debe su color a la fauna del área, gracias a la combinación de restos de crustáceos.
Pero no solo eso: en realidad la arena blanca proviene, en gran parte, de los excrementos del pez loro. Se calcula que cada pez loro puede producir por año hasta una tonelada de arena.
Sin embargo, no son solo los peces los encargados de producir arena de manera tan poco atractiva. Cada año hay siempre arena nueva que se acumula, principalmente, durante la época lluviosa, cuando los ríos aumentan su caudal y arrastran más sedimentos hacia el mar.
Tiene un origen no muy glamuroso.